Por Eduardo Stupía
Tanto es el horizonte ¨una línea cualquiera¨
para Valeria Calvo, que en su planteo pictórico esa línea no aparece nunca de
manera compositivamente relevante o incluso visible, y apenas se insinúa allí
donde la artista apela a un punto de fuga más notorio. Calvo propone, con suma
habilidad y notable dinámica constructiva, un espacio sin centro ni ejes
categóricos, sometido a la influencia de una suerte de sinergía rotatoria, de
cuya movilidad percibimos instantes congelados, como si lo que vemos en el plano
fuera la imagen fija de un encastre de piezas que van a encontrar su sentido no
en la provisoriedad de su ubicación circunstancial sino en la alusión a un
perpetuo movimiento. Todo parece estar en constante flotación, y a la vez cada
cosa ocupa un lugar, como las secciones de un rompecabezas.
A la vez, no podría hablarse de una
diversidad de puntos de vista, sino más bien de una utilización estratégica del
plano rebatido, o bien quebrado, fraccionado, en un ¨facetamiento¨ - para citar
palabras de la propia artista – de las superficies planimétricas que
constituyen la armadura básica de cada pieza, corroborable también en las
amplias curvas, en los sectores de contornos sinuosos y en otros de secos
perímetros, donde las rectas se fracturan en un electrizado devenir de líneas
zigzagueantes.
Hay en estas geometrías resabios sintetizados
de los juegos de plaza que eran parte central en la obra anterior de la
artista, ahora inscriptos, de manera también fragmentada, en una expansiva
geografía artificial que, en extraña amalgama, parece una versión en pocos
trazos del espacio de los parques y plazas, y de las perspectivas cerradas,
endógenas y barrocas de los shoppings y aeropuertos. Sobre esa
escenografía, Calvo enrarece aún más el carácter ya de por sí indefinible de
sus relatos plantando referencias - parciales en cuanto a las precisiones
descriptivas pero corporalmente muy sólidas – a elementos tan reconocibles como
andamios, tablas, estructuras tubulares, cañerías, toboganes, escaleras
mecánicas, empalizadas y vallados. En esta utilería también se entremezclan,
como líquenes gráficos que crecen parasitariamente, virtuales apuntes de
entramados ornamentales, trabajados con una modulación texturada que los
diferencia de todos los demás ingredientes de la composición, y que aportan
notas de módica aunque imprescindible disonancia.
En cuanto al constante juego de los volúmenes
con las formas ambiguas, aquellos surgen estrictamente como resultado de la
combinación de colores planos, difuminados en los límites de cada uno cuando lo
impone la lógica de una estricta prolijidad representativa. Así como hay aquí
reflejos de la multiforme herencia del ¨pop¨, y de ciertos procedimientos de
construcción de imagen propios de la era digital, Calvo siembra el terreno
visual de pequeñas trampas, deliberadas alteraciones y discretas, casi
imperceptibles anomalías estructurales, cercanas por momentos a las ilusiones
ópticas, de manera de que en un mismo cuadro, a veces en un mismo elemento,
conviven una básica ilusión tridimensional y la neta bidimensionalidad. Este
recurso es llevado a un extremo en la propuesta de intervención sobre el muro,
un legítimo efecto de contundente trompe d ´oeil que inyecta gérmenes
deconstructivos sobre el ámbito fisico de la galería.
A la vez, Calvo encuentra su clave, su punto
de inflexión en la alta vibración y en el eficaz contrapunto cromático, allí
donde ella regula sabiamente la intensidad de la paleta con una sutil
manipulación del tono, como una aplicada alumna de Albers y de la escuela
Purista, con sus colores desaturados. Una pintura perfectamente sostenida por
una dedicada elaboración técnica a la que nutre el alimento sutil de una
sensibilidad siempre alerta.
Eduardo Stupia, mayo 2011
por Kekena Corvalán
Nos sorprende esta artista en su segunda muestra individual; la primera fue en el Centro Cultural Borges, en el 2008. Hasta ahora ha realizado muestras colectivas, entre ellas, en el 2010 “Por qué pintura”, en el Fondo Nacional de las Artes, o en
Esta exposición exhibe una decena de obras mayormente de gran formato, especialmente pensadas para el sitio específico que implica esta muestra.
Egresada de
Llama la atención la solidez de su búsqueda formal. Si bien se dedica a la pintura, se encuentra atravesada por la problemática del espacio, tanto el interno a la obra como la relación de esta con el exterior se encuentran problematizadas en sus planteos, acercándose incluso a temas relacionados con la arquitectura.
Como la misma artista explica, a la par que retoca los últimos detalles de la intervención que está realizando en el muro de la as sala pequeña de la galería: “el título de la exposición es literal, no existe el horizonte en mi obra, es una línea más, incluso, en la intervención, esas vigas ahí arriba pintadas, se ven desde un punto de vista imposible con el resto del espacio, y eso es lo que me propongo problematizar, la mirada y el espacio”.
Calvo es una artista interesante, cuya carrera hay que seguir. Viendo especialmente sus últimas obras presentes en esta muestra se nota algo que todavía no llegó en relación a los arrepentimientos, a lo desprolijo, como si esta propuesta fuera un work in progress en realidad de una identidad que esta creadora está comenzando a sentir y a hacer explotar.
Propone una instalación que cuenta con una composición musical de impronta sinestésica, especialmente creada para la ocasión por Analía Rosemberg* (pianista del grupo Los Amados), en un juego minimalista de notas del piano que dura casi cinco minutos y se repite, pasando por distintos timbres (que incorporan texturas imaginarias presentes en los metales y las maderas presentes en las pinturas), descubriendo en esa variedad un verdadero círculo cromático de tonalidades.
Con sutilezas formales que sorprenden, repleta de paradojas, Calvo es una artista absolutamente contemporánea. Detenerse frente a sus obras es confundirse, descentrarse, olvidar la esperanza de un espacio sensato, dejarse ganar por la ilusión óptica, por el quiebre de líneas. Un uso estudiado del plano rebatido y del múltiple punto de vista exacerba esta desorientación de tubos, estructuras metálicas, aros cortados y soportes vacíos, que además suelen verse enrevesados con ciertas formas orgánicas que crecen o se sostienen volviendo la escena agradable, pero exquisitamente confusa.
“Uno de los grandes dramas de mi vida
consiste en decirle a la gente que veo colores cuando escucho música, y ellos
no ven nada, nada en absoluto. “ Olivier
Messiaien
Composición para Intervención III
de Sal de Ahí! nace una genuina curiosidad por inmiscuirme en
el universo plástico de Valeria Calvo. Cómo plasmar musicalmente esos
trepadores, escaleras, la permanente superposición de elementos e
inclusive el ritmo que plantea su obra se me presentó como un inmenso desafío.
Inicialmente dividí la tarea en dos partes: por un lado, pensé como traducir
cada uno de los elementos del cuadro al universo sonoro. Qué timbre sería
adecuado para cada uno de ellos, cómo representar la verticalidad, el ritmo, la
profundidad, la superposición. Por eso la elección de timbres metálicos y
maderas, las escalas ascendentes, los paneos y las fluctuaciones de volumen.
Los colores que aparecen en su obra fueron emparentados con determinadas
alturas en relación a la escala sinestésica creada por el compositor A.
Scriabin. Rítmicamente jugué con los contrastes entre esas permanentes escalas
ascendentes y los silencios abruptos que intentan sugerir las formas
interrumpidas o inacabadas. La presencia de un cello con una melodía de notas
largas atravesando esos sonidos metálicos y de maderas evoca a esas líneas
negras, rojas y fucsias que traspasan trepadores y escaleras, apareciendo y
ocultándose.
Por otro lado, me propuse observar su
obra como un todo, intentando recrear el clima, la atmosfera que sugiere.
Recrear su carácter lúdico y a su vez intrincado. Cierta sensación de soledad,
de irrealidad.
Resulta innegable el carácter subjetivo que
puede poseer este tipo de composición proveniente de un arte con su propio
lenguaje hacia otro arte que posee el suyo propio. El intento de una
traducción literal de la pintura por parte de la música o viceversa sería
totalmente vano.
Composición para Intervención III de Sal
de ahí!, en todo caso, intenta reflejar la complejidad
de sensaciones que produjo en mí el entrometerme en el universo de Valeria
Calvo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario